Te dejo mi sonrisa que no me gusta pero que no tengo otra, y que a pesar de eso es una sonrisa contagiosa que invita a reír incluso cuando no hay motivos. Te dejo también mi locura, que de esa tengo bastante y para repartir. Y te dejo algún que otro abrazo, de esos que nunca vienen mal, ni para dar ni para recibir.
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